Hace años que decidí que la vida había que vivirla, disfrutarla… recuerdo perfectamente el momento en el que me di cuenta de que anclarnos en el pasado o preocuparnos de problemas futuros, que no sabemos si van a suceder o no, nos impedían vivir el presente. Recuerdo ese momento, era un día de mayo y estaba en un tanatorio, 27 años eran muy pocos para morirse, no le dio tiempo a nada.
Han pasado más de diez años, y creo que lo estoy haciendo bien…hay momentos, pero en general, estoy viviendo el día a día, disfrutando de cosas, de momentos, de mi gente.
Es Enero de 2018, y vuelve a pasar…gente que se va antes de tiempo, dos la misma semana, diferentes pero con algo en común, han disfrutado de los años que han vivido. Y entonces me doy cuenta de que mi plan no era tan perfecto, no podía ser tan fácil, y un llanto intenso me invade.
He aprendido a vivir la vida, a disfrutarla, pero quiero más, quiero seguir viviendo y quiero que mi gente siga a mi lado. No me quiero morir, no quiero que se mueran, siempre es demasiado pronto, siempre queda vida pendiente de vivir…